sábado, mayo 05, 2007

AMÁNDOSE SIN RECELOS


En un momento de respiro, los delirantes pensamientos de Vladimir se conjugaban para enunciar cuánto la amaba, aunque ella no pudiera oír su voz y el mundo estuviera dormido, completamente ajeno a lo que los incitaba.

Luego de probar ansiosos la miel embriagante de sus dulces labios, Vladimir y Lilí quebrantaban nuevamente la rutinaria secuencia de los días y la noche se colmaba de un amor extraordinario.

Traspasaban el miedo de amarse llegando a donde todo está permitido, en medio de ese aventurado juego; siendo prisioneros voluntarios en el éxtasis del alunizante firmamento.

Amándose sin recelos; disfrutando del paraíso compartido en ese vínculo amoroso. En la cima de la gloria, sólo existían ellos dos, unidos en la totalidad de sus propios mundos.

Sólo Dios sabría cual sería la enmienda de Vladimir por amarla tanto, porque al sentirse envuelto en los besos de Lilí -delicados ápices del misterio-, las olas de su furor siempre lo arrastran hacia ella.

Pero así había demolido las murallas que no lo dejaban amarla como quería. Sintiéndose caer en sus brazos, deteniendo su caída hasta volverse su dichoso cautivo, mientras Lilí le hacía el amor sin que él se lo pidiera para ser suyo en cuerpo y alma. Unidos en la culminación de la excitante complicidad que se permitían.

Agradeciéndose por otra noche apasionada en la que sus cuerpos desnudos se entregaron al deseo y en un orgasmo profundo explotaron toda la pasión contenida, Vladimir le dijo a su amada: “ahora puedes hacer conmigo lo que quieras; estoy a la disposición de tus más perversas fantasías”.
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