lunes, diciembre 22, 2008

LA ETERNIDAD MÁS GLORIOSA


Su piel se había sensibilizado al máximo. Apenas logró hacer a un lado la cabeza para dar paso a una ráfaga de espasmos continuos por los que fluía más y más semen. La besó por un largo rato; su lengua navegó con sapiencia por los contornos de su boca y luego cedió una vez más, dejando que las olas de placer acrecentaran la agitación que sentían por dentro.

Entonces iniciaba una gozosa oscuridad que ascendía hasta apagar el último rincón de su mente y cedía ante ese absoluto de la consciencia, de la existencia subjetiva de estar encima de su cuerpo y del influjo cada vez más preciso que provocaba cada embestida al traducirse en esas oleadas de sensaciones ardientes.

Extasiado en lo más hondo de Lilí, una vez más se reiniciaba la marea progresiva, creciente y total, de un nuevo orgasmo. Desde que el interior de su cuerpo comenzaba a estremecerse, mientras Vladimir la veía vibrar con los ojos traslúcidos a un ritmo trepidante hasta sentirse convulsionado.


Vladimir sabía que todo su cuerpo era presa de un deseo tremendo, pues se había catapultado a las alturas y su corazón latía cada vez con mayor violencia, en medio de esa candente sensación que llega a impregnar todas las células hasta dejarlas totalmente extasiadas.

En su interior todo temblaba como cristal a punto de estrellarse, pero por fuera sus movimientos eran suaves y exactos; con calma su mano se adueñó de sus senos otra vez. Se resistió una fracción de segundo pero después dejó que la besara con suavidad, explorando con detenimiento el sabor increíble de su boca y su saliva.

Volvió a acariciarlos; era una delicia sublime sentir su carne plena. Vladimir sabía, a través de una consciencia misteriosa e intuitiva, que Lilí también se hallaba ausente de pensamientos; que el mundo había cesado para ambos, se había detenido en la eternidad más gloriosa, y que todo lo que existía era la noble esencia de dos cuerpos, el sustento de su entrega y la luz reveladora de su febril contacto.

Después giraron sobre ellos mismos, abrieron los ojos y se miraron mientras seguían amándose. Su mirada era trasparente, nítida, y con ella Vladimir penetraba hasta ese ámbito en donde ya no moran ángeles ni demonios y sólo existe esa luz que baña hasta sentirse purificado.

lunes, diciembre 08, 2008

CON SEDUCTORA PERSUACIÓN


Cayeron en la cama y casi rebotaron; luego, en la oscuridad de sus ojos cerrados, advirtieron ráfagas de luces brillantes que se desparramaban como sus pensamientos, en una suerte de destellos inconexos.

Empezaron a quitarse la ropa sin el mínimo recato, viéndose con la respiración contenida, Vladimir le dio pequeñísimos besos en el pecho y le subió la blusa a su amada. La besaba con gusto, casi podría decir que con inmensa alegría. Sus manos también la acariciaban, aunque con cierta timidez en un principio.

Con el goce de enredar sus lenguas, fueron desvistiéndose mutuamente y cuando le quitó al fin la última prenda, quería llorar de júbilo porque en ese instante, Lilí era como
una flor perfecta; era un fruto maravilloso convertido en la mujer más bella del universo.

Admirándola, su cabeza acabó por vaciarse y ningún pensamiento quedó en él; era una total entrega.
Disfrutaba hasta el borde de lo tolerable el sabor de su piel y la acariciaba impregnándose con el perfume que había soñado tanto tiempo. Lamió sus senos; después, la hizo dar vuelta y besó sus caderas hasta tomarlas con ambas manos, como si temiera que fueran a volverse inexistentes.

Vladimir padecía un calor intenso, mientras ella lo veía con las pupilas brillantes, sonriendo con los ojos, muy segura de sí misma, porque confiaba en él y por tanto podía confiar en ella; aunque no sabía cómo había llegado a su mente
esa idea, era una sensación perfecta que la hacía sentise más segura en los ardientes brazos de su amante.

En ese momento, él tenía la idea de que era muy pequeña y muy ingenua, pero luego descubría su cuerpo elástico
nuevamente; la calidez de sus senos, el contenido puro de su vientre perfecto y el sexo cubierto por una capa de vello apenas perceptible.

Lilí se convertía en agua; entonces toda ella era líquida. Vladimir se deslizaba hasta lo más profundo de su interior con gran impulso, sin obstrucciones, e iniciaba una claridad avasalladora de la que emergía una secuencia de movimientos coordinados y después la aparición fugaz del techo con sus imperfecciones curiosamente nítidas.

Sus piernas flaqueaban, no podían desprenderse y él la estrujaba con los dientes mordisqueándole los pezones para seguirla excitando con la boca bien adherida a la delicadeza de sus formas, mientras Vladimir sentía un par de traviesas manos aferradas a sus nalgas.

Algo incendió el corazón de ambos, provocó
que su adrenalina flotara por el aire y diera vueltas salvajes antes de culminar en un orgasmo. Justo en medio de tal apasionamiento, una misteriosa voz dentro de Vladimir le repetía, con seductora persuasión: ¡esa es tu mujer, la única, la que te corresponderá para toda la vida!


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