miércoles, enero 16, 2008

EL COMPROMISO DE AMARSE


Estaba resuelta a simular como nunca antes ser inconsciente, locuaz y frívola, aunque ello provocara que fuese la última ocasión en que se vieran.

La tristeza no caía sobre Lilí. Era ella quien, cuando saltaba hacia su tormentoso pasado, se desplomaba encima de un sinfín de lamentos. Vladimir tan sólo aparentaba que estaba bien ante la disyuntiva de una separación categórica.

En realidad querrían haberse lanzado de inmediato hacia los brazos del otro aunque permaneciera entre ellos una monstruosa distancia. Pero los dos sufrían su alejamiento como un torrente de alfileres hundiéndose en todo el cuerpo.

El compromiso de amarse a pesar de los impedimentos se diluía como el deseo de permanecer juntos en todo momento. No servían de mucho las palabras que desbordaban júbilo si subsistían impávidos a los señuelos, protegidos de sus palpitantes corazonadas en la trinchera de los alegatos.

A la sazón ella se juró que jamás volvería a demostrarle cuánto lo deseaba. Él se prometió no volver a lastimarla con una pasión de alcances francamente irrealizables. Fue entonces cuando ambos naufragaron en el mayor de los silencios.

Empapados por la indiferencia absoluta, mientras se hundían en los escombros de su propia derrota, sus sombras proyectaban la desesperanza, trastornando a su paso el fragor de su casual existencia y recobrando al final su ofuscado anonimato.
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